(Automated translation. The original article can be found here : https://longterme.org/2023/09/le-syndrome-du-vasa-fluctuat-et-mergitur.html)
Cuando se inauguró en 1628, el Vasa era el barco más hermoso de su tiempo, decorado con magníficas esculturas y capaz de albergar 64 cañones y 300 soldados. Era el orgullo de Suecia, que había dedicado más del 5% del PIB a su construcción, lo que equivale para Francia en 2023 a treinta submarinos nucleares. Pero el Vasa se hundió en su viaje inaugural, a una milla del puerto de Estocolmo, llevándose consigo a decenas de marineros. Milagrosamente preservado en las aguas heladas del Mar Báltico, su naufragio es una fuente inestimable de información para los historiadores. Pero también inspira a todos aquellos interesados en los desafíos de los grandes proyectos complejos.
Aunque el juicio que siguió al naufragio buscó un responsable sin encontrarlo, los historiadores han podido identificar varias causas típicas de este tipo de proyectos, reunidas bajo el nombre de « síndrome del Vasa ». La primera se debe a la ignorancia de los límites técnicos. La construcción naval no se basaba entonces en cálculos, sino en la reproducción de modelos de barcos anteriores, y el impacto de las modificaciones a los planos no se dominaba bien. Con los medios actuales, es evidente que el centro de gravedad era demasiado alto y llevaría al barco a volcarse. La segunda causa es una modificación radical debida al « capricho del Príncipe ». Cuando se le presentaron los primeros bocetos, el Rey pidió añadir una fila de cañones, que es el origen del problema de equilibrio del barco. A pesar de las probables dudas de los arquitectos, incapaces de anticipar el impacto de tal modificación. En tercer lugar, la preocupación por complacer a los patrocinadores: las pruebas realizadas antes de la inauguración mostraron claramente un problema de estabilidad que fue ignorado con el argumento de que el arquitecto ya había construido otros barcos. Asimismo, el viaje inaugural se realizó con los cañones visibles para mostrar el poder del barco, en lugar de cerrar las escotillas que habrían ralentizado el hundimiento. En cuarto lugar, la confusión de objetivos: se dedicaron medios excesivos a la decoración para hacer del barco un objeto de orgullo en detrimento del objetivo principal: flotar. En quinto lugar, una debilidad en la gestión del proyecto: el perfil adecuado para un papel de este tipo no es una persona que busque el consenso, sino un profesional capaz de hacer un diagnóstico sin complacencias, de decir la verdad y lo suficientemente centrado como para mantener la vista en los objetivos prioritarios. La muerte del arquitecto durante el proyecto no ayudó, ya que fue sustituido por una persona menos capaz de resistir las presiones. En sexto lugar, un desfase entre ambiciones y medios: la excesiva presión sobre el calendario no dejó tiempo para realizar un diseño correcto. Sin embargo, las debilidades de diseño o la falta de pruebas que se aceptan para respetar el calendario, y que se piensa compensar en la producción, tienden generalmente a amplificarse a medida que avanza el proyecto. Séptima causa: problemas de comunicación. En primer lugar, entre los responsables: el Rey, el arquitecto y el astillero tenían visiones que nunca se reconciliaron. Luego, dentro del astillero, con el uso de reglas graduadas en pies de 11 pulgadas por algunos y de 12 por otros.
El desarrollo de la tecnología digital hace que algunas de estas lecciones sean obsoletas: nadie emprendería tal proyecto sin pruebas y simulaciones. Pero también trae nuevos riesgos: un gran proyecto informático es un Vasa en sí mismo. La tecnología digital también puede amplificar los problemas existentes: la ley de Conway predice que un proyecto informático reproduce los defectos de comunicación de la organización que lo diseña. Por último, la informática puede generar un sentimiento de confianza excesiva: son pocos los directivos que consideran dominar la arquitectura naval, pero son más numerosos los que se expresan sobre lo digital con un nivel de confianza superior a su nivel de dominio tecnológico.
Las otras lecciones del Vasa son eternas, y el museo que se le dedica en Estocolmo -una de las atracciones más populares de Europa- inspira tanto a los apasionados de la historia como a los investigadores en ciencias de la organización.